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Sociedad enferma

Por Antonio Navarro Jr.

Confieso que lloré leyendo la noticia del niño Maximiliano, quien se encuentra desaparecido y de quien hay graves indicios de que fue entregado a una secta satánica para ser sacrificado, “en busca de guacas de oro”. Semejante hecho tan macabro, que parece sacado de una película de terror, no puede pasar desapercibido para nadie. Con solo imaginarme a esa criatura de seis años en medio de esa situación tan cruel me removió todas las fibras, como ser humano, como padre, como hijo.

No me cabe en la mente, por más que lo pienso, que su propia madre esté involucrada en tamaña aberración, ¡por Dios! Que en pleno siglo XXI, en medio de tantos adelantos de toda clase, aún haya gente creyendo en esa clase de cosas, que debieron haberse desterrado de la mentalidad humana desde hace muchísimo tiempo.

Me parte el alma, ponerme en el lugar de ese pequeño y pensar cuánta mala suerte la de nacer en medio de tan repulsiva familia. No nos habíamos terminado de reponer de la noticia del despiadado tipo que mató al pequeño Gabriel, de cinco añitos, su propio hijo, por vengarse de la mamá quien ya no quería vivir con este por los maltratos a la que era sometida, cuando recibimos otro golpe emocional con esta nueva tragedia infantil.

Me aflige pensar cuántos Maximilianos y Gabrieles estarán por ahí, en estos momentos en manos de sus verdugos, de sus propios familiares, de quienes menos esperarían que les hicieran ningún daño. Enferma sociedad la que se ensaña con los seres más indefensos de la vida, que les causa daño a sus propios niños. ¡¿A dónde iremos a parar?!


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