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Jóvenes estarían más propensos a sufrir accidente cardiovascular isquémico

Redacción. Una mayor tasa anual de accidentes cerebrovasculares (ACV) isquémicos entre la población juvenil de todo el mundo respondería a malos patrones nutricionales y de estilo de vida, como la ingesta excesiva de carbohidratos procesados y la poca actividad física.

Además, un pequeño porcentaje de la población que presenta eventos de ACV estaría relacionado con alteraciones en el sistema inmune, en el cual el propio organismo se ataca, lo que se conoce como enfermedades autoinmunes.

Estos son algunos hallazgos de la investigación adelantada por el doctor Jorge Mario Gaspar Toro, magíster en Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), basada en una revisión sistemática de literatura.

En este estudio también se estableció que la neuroglia, conjunto de células nerviosas, juega un papel muy importante en el proceso de recuperación después de una isquemia cerebral.

Para el doctor Gaspar, más que una dieta balanceada diaria para prevenir estos episodios, las personas deben hacer actividad física como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), especialmente aquella que aumente la frecuencia cardiaca.

El ACV isquémico es una enfermedad de salud pública prioritaria y la segunda causa de muerte y discapacidad en el mundo.

Según la OMS, el síntoma más común del accidente cerebrovascular es la pérdida súbita, generalmente unilateral, de fuerza muscular en los brazos, las piernas o la cara.

Otros síntomas son la aparición súbita, generalmente unilateral, de entumecimiento en la cara, las piernas o los brazos; confusión; dificultad para hablar o entender lo que se dice; problemas visuales en uno o ambos ojos; dificultad para caminar; mareos; pérdida de equilibrio o coordinación; dolor de cabeza intenso de causa desconocida; y debilidad o pérdida de conciencia.

“Las investigaciones en genética también nos están mostrando que con el ambiente podemos modificar nuestros genes y nuestra expresión fenotípica, en el sentido de que si tenemos una buena actividad física, y una nutrición balanceada que no tenga una alta carga calórica, podemos modificar incluso nuestro propio cuerpo, pero también podemos transmitir esos cambios a las siguientes generaciones”, afirma el doctor Gaspar.

Ante este panorama, recomienda que se deben implementar más campañas de salud pública, en especial porque cada vez hay más población con sobrepeso y obesidad.

Apoyo neuronal

Normalmente, cuando las neuronas sufren una lesión como una isquemia cerebral, o cuando no le llega suficiente flujo sanguíneo al cerebro, las neuronas mueren en poco tiempo.

 

Sin embargo, alrededor de las neuronas hay otras células conocidas como neuroglia, dentro de las cuales se encuentran particularmente los oligodendrocitos, que se manejan como células de soporte, es decir como una matriz que da apoyo a las neuronas afectadas.

Estas células, en circunstancias especiales como una isquemia cerebral, pueden activar mecanismos para disminuir la tasa de mortalidad de las neuronas, y en casos muy particulares, a través de señalización celular, podrían transformarse en neuronas.

“En personas adultas podríamos suponer que la neurofragilidad y la regeneración neuronal se están presentando, lo cual hasta el momento no se sabía, pues se pensaba que esos procesos de regeneración neuronal sucedían en edad temprana”, revela el investigador.

Los hallazgos de la investigación del doctor Gaspar pueden influir tanto en el manejo del ACV isquémico como un problema de salud pública priorizado como en muchos otros campos que pueden usar el modelo propuesto.

Fuente: Agencia Unal


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