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Trastornos de ansiedad infantil

El papel que juegan los padres es primordial tanto en el origen, desarrollo y mantenimiento de los trastornos de ansiedad infantil como en el tratamiento y la prevención de los mismos.

Determinadas pautas educativas, tales como el rechazo y, sobre todo, el excesivo control de los padres se ha relacionado con la presencia de ansiedad en los niños.

Otro aspecto a tener en cuenta es la presencia de algún trastorno de ansiedad en los propios padres. De igual forma una pérdida, como la muerte de un ser querido o el divorcio de los padres, cambios importantes en la vida, como mudarse a una nueva ciudad, son eventos en la vida de un niño que pueden generar ansiedad.

Los trastornos de ansiedad, son un grupo de entidades nosológicas psiquiátricas (conjunto de trastornos mentales), que causan preocupaciones y miedos exagerados, y también cambios en el comportamiento del niño, así como en sus patrones de sueño, alimentación y/o estado de ánimo.

Pueden presentarse en todas las etapas del desarrollo (niño, adolescente, adulto), pero que adquieren una importancia fundamental en la niñez, debido a la repercusión emocional, social y eventualmente académica que conlleva, de igual forma por la evolución que puede acarrear cuando no es tratada a tiempo.

Los niños (también los adolescentes y los adultos) portadores de algún tipo de trastorno de ansiedad tienden a tener un tipo de pensamiento particular que se caracteriza por ser exagerado, irracional, negativo, difícil de controlar, la exageración es uno de los problemas cognitivos importantes de los niños portadores de estos trastornos.

El miedo, la preocupación y la vergüenza son propios del ser humano. Lo que define la enfermedad es la intensidad o la frecuencia desmedida con la que aparecen, o ambas. En realidad, lo que se exagera es la interpretación de los estímulos que recibimos del medio.

Un padre o un maestro pueden detectar signos de que un niño o un adolescente están ansiosos. Por ejemplo, un niño se puede aferrar a sus padres a la hora de ir a la escuela, llorar y acabar perdiendo clases. Puede actuar como si estuviera asustado o muy alterado, o negarse a hablar o a hacer cosas, se pueden sentir inestables, inquietos, agitados o faltarles la respiración, tener la cara caliente, las manos húmedas y pegajosas, la boca seca y el corazón acelerado.

Estos síntomas físicos de ansiedad son la consecuencia de la respuesta de “lucha o huida”. Se trata de la respuesta normal del cuerpo ante el peligro.

Esta respuesta desencadena la liberación de sustancia químicas naturales en el organismo. Estas sustancias químicas nos preparan para afrontar un peligro real. Afectan a la frecuencia cardíaca, la respiración, los músculos, los nervios y la digestión. Se trata de una respuesta cuyo objetivo consiste en protegernos del peligro.  Pero en los trastornos de ansiedad, la respuesta de “lucha o huida” es excesiva. Porque ocurre cuando no hay ningún peligro real. 

Trastornos de ansiedad que pueden manifestarse en la niñez: Trastorno por ansiedad específico, de separación. (El más prevalente en la niñez), Trastorno por ansiedad social, Trastorno por ansiedad generalizada, obsesivo compulsivo y estrés postraumático.

Cuando tengas que separarte de tu hijo es importante que hables con él para prepararlo. Debes explicarle que te iras durante unas horas (servirá de gran ayuda utilizar el reloj como instrumento señalando el intervalo de tiempo en el que estaremos ausentes) pero que después volverás. Si se pone nervioso háblale con calma y paciencia, sin enfadarte ni discutir. A veces, es útil dejarle un pañuelo o cualquier otro objeto que les pertenezca y pedirle que lo guarde hasta que vuelvan.

– Practica juegos de alejamiento en casa, cambia de habitación y haz que el niño sepa dónde estás; él te llamará cada cierto tiempo para saber que estás ahí y no has desaparecido, tú responderás para desarrollar su seguridad.

– Cuidado con marcharte furtivamente para que el niño no se dé cuenta, este hecho aumentará su sensación de ansiedad.

– Controla tus inseguridades y miedos. Si el niño percibe que te sientes ansioso, el percibirá sensación de amenaza. Es importante hablar con él para transmitir seguridad y confianza, p. ej.: “Me voy a trabajar, pero volveré muy pronto”.

Estos trastornos pueden tener repercusión importante en el futuro ya que el niño no tratado desarrolla la evitación como mecanismo de defensa primordial y pierde oportunidades de crecimiento personal con sus pares, por miedo.

En nuestra época, la evitación está además reforzada por el uso de la computadora, los videojuegos, etcétera, que pueden generar la prescindencia “del otro” por parte del niño, o la tendencia a conformarse con los “cyber amigos” a través de la actividad del chat. A pesar de que cada vez van apareciendo más estudios sobre esta temática, aun se puede decir que es muy escasa, requiriendo más investigación en los diferentes ámbitos de estudio.

Por Viviana Ibarra Morales, Psicóloga


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