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La gente de ayer

Por Milena Bautista. 

Mucho se habla del peso de los amores cuando terminan y, cuando se habla de ese extraño mundo habitado por fantasmas impresentables, a quienes en el argot popular se les denomina “ex”, tiempo es lo que hace falta para abarcar el sinnúmero de opiniones y estudios sobre el tema. Y es que todos tenemos algo que contar, a todos nos han lastimado y en algún momento de la vida todos hemos sido el verdugo de algún corazón y, en ese proceso, se han causado verdaderos desastres, rompiendo sueños, aplastando las ilusiones que se ayudaron a construir; muchos hemos tenido que recoger los pedazos que quedaron después de una ruptura, porque a decir verdad, no siempre hemos salido bien librados.

Pero a la larga, todos logramos sobreponernos y aunque en algún momento llegamos a pensar que el mundo o la vida terminaban ahí, al final no solo lo superamos sino que además hallamos una versión mejorada de nosotros mismos. Lamentablemente cuando sentimos que la fuerza nos acompaña nuevamente, esos benditos desgraciados -los “ex”- reaparecen con su carota a perturbar nuestra paz y entonces, tenemos dos opciones: recaer en el error tratando de remediar el pasado o comprender que las segundas partes terminan siendo un fiasco y pasar la página.

Y no es algo que solo nos ocurra a las mujeres, resulta que nadie está salvo de ese mal. Parece que a todos nos gusta mecernos entre el deseo y el recuerdo del amor pasado que no se superó del todo y, la seguridad de la nueva vida, en la que tenemos todo por construir y descubrir, pero como el sufrimiento es lo nuestro volvemos a la cama para abrir las heridas y regodearnos en la frustración de lo que definitivamente no funciona.

Otras veces no se trata de regresar donde un viejo amor, sino de volver al mismo mal, al mismo modelo de desamor que nos hizo daño y nos enfrascamos en un círculo vicioso que no cesa o peor aún, nos aferramos a historias que nunca llegaron a ser y que recreamos en nuestra mente para alimentar nuestras inseguridades y evitar enfrentarnos al mundo real, o buscamos a encontrar ese amor antiguo en un nuevo rostro, pero con la misma figura y nos enfrascamos en relaciones que no van a ninguna parte pero que nos negamos a dejar porque pretendemos que ese otro que se le parece nos permita cerrar ese ciclo que nunca nos atrevimos a dejar atrás, o ubiquen su propio modelo de ayer en su hoy, siempre será un error.

El asunto es amigos míos que el mundo gira aunque te quedes inmóvil, el tiempo, la vida, la gente, las relaciones, uno mismo, todo cambia y por más que busquemos a esa gente de ayer en esos lugares que solían encontrarnos, la vida no se repite y podemos llevarnos una decepción diferente y mayor.  Mejor dejemos el ayer en el pasado y salgamos a vivir el hoy, a escribir el futuro.

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