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Centralismo capitalino

Nuestro país se constituyó como estado, un 20 de julio de 1810, desde ese momento somos un país laico con un ordenamiento territorial “centralista” definido como una doctrina cuya característica se fundamenta en que un espacio específico (Bogotá) controla el gobierno del estado y las decisiones políticas del resto del país.

Si existe algo además de todas las demás que ya conocemos que le haya causado daño a Colombia es este concepto y es que por cuenta del centralismo se han desconocido conceptos tan importantes como la cultura y el desarrollo de cada territorio basado en sus propias realidades.

Muy a pesar que se hayan hecho innumerables esfuerzos no ha sido posible en algunos casos que las regiones hayan tomado decisiones propias y con afectación de sus habitantes, un claro ejemplo de ello es el código de policía que no fue discutido desde la realidad Caribe.

Para el año 2018 le tocó hacer excepciones específicamente para la ciudad de Barranquilla, dada la realización de los carnavales, que no son nuevos y son expresiones artísticas que datan de años y que no fueron tenidas en cuentas para su redacción.

Todos los departamentos y por ende sus capitales han sufrido los embates del centralismo porque lo claro y verídico de nuestro país es que cada uno posee realidades distintas, no todos podrán desarrollarse y avanzar con parámetros dados desde un escritorio en la fría capital, como se pretendía hacer con la ley de regalías que desconocía de un tajo el esfuerzo de las poblaciones donde estaban las minas o yacimientos y donde finalmente se extrae el mineral.

Sin querer, las regiones están maní atadas y con una codependencia que resulta dañina, así lo muestra la historia a lo largo de los años y últimamente el plan de vacunación que se dirige desde el mismo Ministerio, quien a bien tubo entregar la responsabilidad sobre las EPS que no nos han mostrado, en décadas, un solo resultado positivo, lo que podría entenderse que alcaldes y gobernadores son mirones de palo y reducidos a espectadores vigilantes del proceso.

Para el año 2010 Eduardo verano de la Rosa, exgobernador del Atlántico, retomando algo que quedó sugerido en la Constitución Política de 1991, frente a la recentralización y para medir el interés de siete departamentos caribeños en constituirse en una región propuesta, recibió más de dos millones y medio de votos.

Pero esa idea sigue quedando en el tintero y es que no es alocado pensar que se tenga más autonomía administrativa y financiera, la cantidad de vidas, obras planes, programas y proyectos que se han perdido por cuenta de la respuesta o un visto bueno capitalino.

Es que hay que analizar el centralismo desde sus beneficios y sus perjuicios, ya que nos gusta medir tanto, estamos aportas de una nueva reforma tributaria, además sin compasión.

Proyecto que fue diseñado pensando en el recaudo desmedido sin tener en cuenta la realidad local de cada territorio. Así son tomadas las decisiones de “estado”  lo cual se vulnera el principio fundamental de democracia en aquellas discusiones donde está en juego nuestra salud, economía, vivienda, seguridad, vida honra  y vienes no participamos solo nos participan.


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