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Actuemos frente al Ciberbulling

El escenario educativo que se presentó durante el confinamiento fue caracterizado por el aprendizaje a distancia haciendo un mayor uso de plataformas y herramientas que hicieran posible la comunicación entre el docente, sus alumnos y las familias.

La pandemia trajo consigo un cierre de escuelas que ha supuesto un incremento del uso de las TIC, Alrededor de 1.600 millones de niños dejaron de asistir a las clases en todo el mundo.

Aun la reapertura de las escuelas sigue siendo una decisión difícil, ya que la pandemia continúa su evolución y aún no existen evidencias sobre los riesgos de transmisión del coronavirus.

Actualmente tecnologías como Internet y la telefonía móvil resultan ser una herramienta de primer orden para la formación, la socialización, el ocio y el desarrollo pleno de los más pequeños.

De igual manera, su enorme potencia puesta al servicio de usuarios con intenciones nocivas o con escasas competencias en su manejo, puede suponer la aparición de situaciones en las que los menores se ven lesionados por las acciones de otros.

La persecución moral y/o física, siempre psicológica, que nace en entornos educativos donde uno o más niños/as o jóvenes ejercen abusos de poder sobre uno/a u otro/a, es considerado Bullying, la violencia debe tener un origen relacional en el entorno educativo (formal o informal).

Hay que tener presente que esta violencia puede migrar a otros entornos virtuales (Ciberbullying) o físicos donde generalmente es más difícil de detectar.

Si la relación entre la persona en rol de víctima y la persona en rol de agresor/a no nace en un entorno educativo, no es bullying.

Es importante diferenciar la intimidación escolar o bullying, de conflictos esporádicos entre compañeros de clase o un grupo de amigos. No todas las malas relaciones son necesariamente acoso.

De igual forma, no toda la agresividad es violencia no toda la violencia es matoneo, por ejemplo, una pelea en medio de un partido de fútbol, una discusión acalorada que se hace amarga, todos ellos son sucesos que llevan agresividad pero no necesariamente se puede considerar matoneo.

La intimidación ocurre, en realidad, cuando hay un desbalance de poder entre las partes implicadas y, además, constituye un acto repetitivo, es decir, se presenta a menudo (por lo menos una vez a la semana).

El ciberbullying o la intimidación es una realidad en la vida de chicos y jóvenes, que puede presentarse en todos los niveles sociales y económicos.

La intimidación tiene graves efectos para cada uno de los implicados: para los agresores, ya que pueden desarrollar inclinaciones delictivas; para las víctimas, que pueden deprimirse tanto que piensen en el suicidio y, finalmente, para los testigos, que pueden desentenderse de su entorno y no ser solidarios.

Identificar a una posible víctima no es tan fácil pues, por lo general no denuncian los hechos, por ello hay que estar atentos a actitudes en los niños y jóvenes como el ausentismo escolar, las quejas físicas sin causa clara y el aislamiento.

En ocasiones los niños con algún defecto físico llegan a desarrollar defensas psicológicas y no se dejan agredir fácilmente de los demás, por lo tanto los agresores no son todas las veces los más fuertes físicamente y las víctimas tampoco resultan los más frágiles, en pocas palabras, cualquier tipo de chico puede estar en los dos papeles.

Una intervención oportuna de los padres y maestros es primordial cuando los casos de intimidación escolar tienen lugar. Enseñar a los chicos a comportarse asertivamente a identificar comportamientos y sucesos agresivos con firmeza y determinación pueden ayudar así como desarrollar empatía y solidaridad en los niños desde muy pequeños, de tal manera que se convierta en una manera de relacionarse con los otros.

La sensibilización acerca de estos riesgos entre niños y adolescentes es vital, pero es necesario integrarla dentro de una educación para la ciberciudadanía. No sólo necesitamos jóvenes conscientes de los peligros del uso de la tecnología, sino que sepan comportarse responsablemente en los nuevos medios que configuran cada vez más la vida online de los nativos digitales.

Por ello y porque es vital la actuación de los centros educativos, brindar al docente los elementos para la revisión, ampliación de conocimientos y recursos para actuar frente al ciberbullying, como abordar y dar respuesta a este tipo de violencia. Más ahora que los niños pasaran mucho más tiempo conectados a la tecnología y a las redes sociales.

Por Viviana Ibarra Morales, Psicóloga


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